Uno de los miedos más habituales en perros es el miedo al agua y superarlo es siempre una tarea reconfortante que se traduce en una felicidad inmensa en el perro.
Hay ocasiones en las que en su primer contacto con el agua se produce algún tipo de trauma (por ejemplo en una caída accidental a una piscina) y de ahí deriva el miedo. Pero otras, en la gran mayoría, a pesar de que creamos que va en contra de su indistinto natural, simplemente nuestro perro no se siente seguro. Si aceptamos este miedo como normal y no llevamos a nuestro perro a entender que no existe ningún peligro, inconscientemente estamos alimentando su miedo.
Sin embargo, al igual que hacemos con los niños, si le enseñamos a nadar y a desenvolverse en el agua, apoyando el ejercicio físico con juego, acaban por descubrir un mundo en el que los verás disfrutar como nunca.
Y si no, que se lo digan a nuestro gran Viking que en apenas tres sesiones ha pasado de no querer meterse en el agua a aprovechar cualquier oportunidad para sumergirse y nadar.
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